Huesos olvidados by Douglas Preston & Lincoln Child

Huesos olvidados by Douglas Preston & Lincoln Child

autor:Douglas Preston & Lincoln Child [Preston, Douglas & Child, Lincoln]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Aventuras, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2019-08-20T00:00:00+00:00


23

11 de mayo

A la mañana siguiente el cielo estaba despejado, igual que durante toda la noche, lo que brindó a Nora y a todo el equipo unas vistas espléndidas del cometa que Skip le había mencionado antes de partir. Pero hacia mediodía empezaron a formarse nubarrones en las cimas que los rodeaban.

La primera tarea de Nora era abrir el cuadrante que contenía la mitad inferior del cuerpo de Samantha Carville. Tras retirar la capa superior de hierba, ella y Clive utilizaron cepillos y varas de bambú para cavar con agónica lentitud hasta llegar al nivel de los huesos. Igual que antes, apilaron la tierra en una bandeja para cribarla y someterla a flotación más tarde.

Incluso un cuadrante poco profundo como aquel ponía a prueba la paciencia de cualquiera. Nora estaba acostumbrada, pero Clive empezó a sudar y mostró cierta tendencia a precipitarse. Mientras ellos trabajaban en las cuadrículas de Carville, Salazar y Adelsky estaban abriendo otra al borde del vertedero.

—Poco a poco, Clive. Esos huesos no irán a ninguna parte.

—Lo siento —dijo él—. La curiosidad me vuelve impaciente. ¿A ti no te pasa?

—Sí. Tuve que aprender a bajar el ritmo, y tú también deberías.

Clive se echó a reír y la miró con sus ojos azules.

—Parece que tenemos mucho en común.

Nora no dijo nada, pero le vinieron a la mente las últimas palabras de Skip. Abrirse a gente nueva no era ser desleal a Bill. Tenía que pasar página y seguir con su vida. Ya había salido con un par de fracasados, pero Clive no era así. Él era inteligente y se había doctorado en Stanford, pero lo más importante era que tenía pasiones intelectuales auténticas. Y era obvio que estaba interesado en ella.

Empezó a sonrojarse al pensar en aquello y en el sentimiento de culpa que le provocaba, así que se agachó rápidamente para disimularlo y siguió cavando.

—He encontrado algo —anunció Clive.

Nora se volvió hacia él. Sin duda, se trataba del extremo de un hueso pequeño.

—Ya me ocupo yo, si no te importa.

Aquel era un pacto informal por el que Clive delegaba en Nora los trabajos delicados.

Ella fue hacia allí y empezó a apartar la tierra para dejar a la vista el hueso mientras Clive la observaba. Notaba su aliento en su pelo.

—Parece la rótula izquierda.

—Es el hueso de la rodilla, ¿verdad?

—Correcto.

Nora siguió cavando y desenterró la parte inferior del fémur y la superior de la tibia, además de un botón y un trozo de algodón que guardó en sobres utilizando unas pinzas. Al avanzar hacia el pie apareció una hilera irregular de botones y fragmentos de cuero marchito. Era la diminuta bota de la niña. Sin moverla, Nora continuó cavando a su alrededor y desenterró toda la pierna izquierda. Cuando la tuvo toda a la vista, le hizo una serie de fotos.

Entretanto, Clive empezó a trabajar en el lado opuesto de la cuadrícula, aflojando la superficie con la vara de bambú y apartando con el máximo cuidado la tierra con el cepillo. Nora se sintió un poco incómoda al verlo ahondar en su mitad y desenterrar cada vez más la pierna derecha.



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